ABRAMOVIC: THE FEMALE ARTIST IS ABSENT
En la rueda de prensa que se celebró con motivo de la exposición de Abramovic en el Cacmálaga, Holding Emptiness, le pregunté a la artista su opinión sobre arte y feminismo. La respuesta literal fue tajante. “No soy feminista. Odio esta idea de ser feminista. Soy artista, no una mujer artista”, a lo que añadió que a su juicio solo hay arte bueno y arte malo, sin que en ello tenga nada que ver el género. Lo importante, dijo, es la idea y el concepto; hablar de arte feminista es situar a la mujer en un ghetto. Confesó también no haberse sentido nunca discriminada por ser mujer. Y a la pregunta que ella misma se hizo de por qué entonces tienen más éxito los artistas hombres que las mujeres le encontró una respuesta muy simple (¡pero que muy simple!): a causa de que la mujer no está dispuesta a sacrificarse como el hombre, pues quiere tener marido, hijos, cuidar de una familia y, al mismo tiempo, dedicarse al arte. La mala noticia, concluyó, es que esto no es posible. Solo tenemos una energía en el cuerpo y no se puede dedicar a tantas cosas. Ser artista requiere un gran esfuerzo, es un enorme sacrificio. Ser artista es como respirar.
Al oír tan curiosos argumentos me vino a la cabeza el título dylaniano del célebre artículo que Laura Mulvey escribió en 1970 contra las mujeres-muebles de Allen Jones; me entraron ganas de gritar: You don’t know what is happening. Do you, Mrs. Abramovic? ¿De verdad la señora Abramovic lo ignora todo acerca de la condición de la mujer ya no en el mundo del arte, sino en el mundo a secas? ¿De verdad está convencida de que el silencio que pesa sobre la obra y la voz de las mujeres es producto de la decisión personal y voluntaria de algunos individuos del sexo femenino debido a su inclinación –innata, debemos suponer- por criar prole? ¿De verdad una mujer que desde los setenta utiliza su cuerpo desnudo como herramienta artística privilegiada no se ha parado a pensar en las connotaciones que tiene el desnudo femenino en la sociedad occidental? ¿No percibe en la historia del arte las diferencias entre lo masculino y lo femenino? ¿Ignora que el cuerpo, incluido el suyo, es un campo de batalla? ¿Ignora que muy pocas veces es una posesión de las mujeres? ¿Ignora, asimismo, los efectos del arte en la configuración de las subjetividades? ¿Desconoce que la idea del genio sacrificado en arte huele a chamusquina y está más que trasnochada? ¿O quizá no sabe que el espectador o espectadora neutral, no condicionado por ideología alguna, es algo ilusorio? ¿ignora cómo y quién escribe la historia del arte, cómo y quién define el canon: lo que es buen y mal arte, independientemente de su calidad intrínseca?¿De verdad es tan ignorante la Sra. Abramovic?
No sé qué me causó más estupefacción: si los argumentos (por llamarlos de algún modo) de Abramovic, o la reacción de una parte de los asistentes, que aplaudió con entusiasmo las declaraciones antifeministas de la artista: el único aplauso espontáneo que arrancaron las palabras de la artista en la rueda de prensa (exceptuando las finales, claro). Me pregunto si esa parte del público habría reaccionado con el mismo regocijo ante una declaración que mostrara un abierto desprecio por la negritud, por ejemplo.
¡Qué las Guerrila Girls nos amparen!