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Me cuentan que allí donde se han renovado gobiernos a nivel local (ayuntamientos y comunidades autónomas), el criterio de igualdad de género está comenzando a contar en concursos para puestos directivos de instituciones artísticas y también para mantenerse en el cargo. Eso debe haber columbrado Iñaki M. Antelo en el MARCO de Vigo, hasta ahora con un historial bastante ajeno a esta cuestión pero que inicia su programación de 2016 en febrero con tres exposiciones de artistas mujeres: Grace Schwindt (Alemania, 1979), María Luisa Fernández (Villarejo de Órbigo, León, 1955) y June Crespo (Pamplona, 1982). Una selección cuidada generacionalmente y también en la proporción territorial.

En cambio, a nivel estatal el tema parece seguir estancado. Al director del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, que afronta su noveno año y cuya eventual renovación será en 2017, no parece preocuparle todavía. Por lo que se ha adelantado de la programación en 2016, este año -como en los dos anteriores, 2015 y 2014- tampoco toca retrospectiva de artista española viva: recordemos que al final de la temporada 2014 pudimos disfrutar de la pintura de Patricia Gadea (1960-2006). De manera que tenemos que remontarnos a 2013 para hallar la última, dedicada a la artista española con mayor repercusión internacional: Cristina Iglesias. Y en el plano histórico, de María Blanchard. Dos años antes, en 2011, prácticamente estrenando su programación tras la toma de posesión de Borja-Villel, se celebraron la retrospectiva de la recién fallecida Elena Asins (1940-2015), poco después elegida Premio Nacional de Artes Plásticas 2011,  y la retrospectiva «a media carrera» de Eulàlia Valldosera. Y pare usted de contar.

Mientras tanto, en el Reina Sofía se han celebrado bajo su mandato desde 2008 (aunque ya la retrospectiva a mediados de 2007 de Carlos Pazos llevaba su firma), las siguientes de artistas españoles varones: Julio González, Juan Muñoz y Valcárcel Medina en 2009; Miralda en 2010; Antonio Muntadas en 2011; Nacho Criado en 2012; Dalí en 2013. Y partir de entonces, retrospectivas «a media carrera» de Juan Luis Moraza en 2014; y Daniel García Andújar e Ignasi Aballí en 2015. También para 2016 se ha anunciado ya la de Txomin Badiola.

La desigualdad es flagrante -más del doble-. A estas alturas resulta inexplicable que el Reina Sofía no haya producido ni anuncie una gran retrospectiva de Esther Ferrer (1937), primera artista española Premio Velázquez 2014 . De la generación de Antoni Miralda (1942), hay bastantes artistas mujeres que merecerían una retrospectiva en nuestro museo de arte conemporáneo estatal, sin ir más lejos, Concha Jerez (1941), Premio Nacional de Artes Plásticas 2015 que, al parecer, ha tenido que conformarse con una (gran) exposición junto a José Iges en la vecina Tabacalera pero que no alcanza el rango de la gran retrospectiva que se podría reconstruir en el Museo Reina Sofía de toda su trayectoria. Pero a ella podríamos sumar muchas otras, sin entrar en nombres, ¿tendremos que esperar a que fallezcan? Y por supuesto, son pléyade las artistas españolas merecedoras de una retrospectiva a «media carrera». Esto,  sin entrar en otras exposiciones individuales ni en el programa «Fisuras»: la contabilidad de la programación global es mucho más desequilbrada. Ni tampoco las exposiciones retrospectivas de colectivos en España, donde todos o casi todos fueron hombres, sin que hasta el momento se haya planteado retrospectiva alguna desde una perspectiva feminista o de género. ¿Hasta cuándo?