Las polémicas entre mujeres a algunos les ponen mucho. Rancios machistas (ellos y ellas) celebran que ni entre nosotras nos pongamos de acuerdo, invocando eternas cualidades femeninas asignadas por el patriarcado, como la irracionalidad y la volubilidad. Sin embargo, el feminismo ha crecido y se ha desarrollado en buena parte gracias a las aguerridas polémicas entre nosotras, convirtiendo en fortaleza lo que siempre había sido debilidad en el pensamiento político doctrinario construido por los hombres.
Viene a cuento de la reacción airada solo hace unos días de dos queridas colegas y compañeras ante la composición del jurado del Premio Nacional de de Fotografía. Y de su llamativa coincidencia en descalificar el perfil de especialización en la perspectiva de género de uno de los integrantes del jurado. A pesar de su conocida disparidad respecto a las buenas prácticas: defendidas a ultranza por Elena Vozmediano, hasta hace poco comprometida presidenta del Instituto de Arte Contemporáneo, desde el que han surgido propuestas de mayor regulación del sector; y ridiculizadas en más de una ocasión por Rosa Olivares que, desconfiada ante las normas, solo apuesta por la honestidad individual de cada profesional.
Es cierto que la convocatoria de este Premio ya era un asunto envenenado porque, como señala Vozmediano en su artículo El plante de los profesionales y los jurados impuestos, “las asociaciones de profesionales del sector, que se negaron hace unos meses, en protesta por los recortes presupuestarios, a participar en ninguna actividad organizada por la Secretaría de Estado mientras no se atendiera su reclamación de un plan de apoyo y protección a la cultura […] ha demorado este año hasta el último momento el nombramiento de los jurados, que por primera vez en cinco años han sido escogidos unilateralmente la Dirección General de Bellas Artes”.
Sin embargo, a pesar de esta denuncia que compartimos, es preciso destacar que esta Dirección General de Bellas Artes, al incorporar en la composición del jurado en la convocatoria finalmente publicada “una persona designada a propuesta de un centro o departamento académico dedicado a la investigación desde la perspectiva de género”, sí ha cumplido la normativa de aplicación del Artículo 26 referido a cultura de la Ley orgánica de igualdad 3/2007, por el que se dicta a las administraciones del Estado la obligatoriedad de asegurarse de la paridad en los órganos de decisión e incluso a aplicar acciones positivas, como sería esta inclusión en la composición del jurado de una persona especializada en género. Disposición concretada en la Orden CUL/3009/2011, que fue regulada tras la Queja presentada al Defensor del Pueblo por las asociaciones CIMA, Clásicas y Modernas y MAV con el fin de corregir los porcentajes desproporcionadamente desiguales publicados por el propio Ministerio en el primer autoexamen de las políticas llevadas a cabo desde la perspectiva de género: Mujeres y Cultura. Políticas de Igualdad (2011). Recordemos que el 90% de los reconocimientos concedidos por el Ministerio en cultura han sido destinados mayoritariamente a hombres, sólo el 13% de los Premios Nacionales de Artes Plásticas y el 17% de los Premios Nacionales de Fotografía han sido concedidos a mujeres. Así como el 23% de las Medallas de Oro al Mérito en Bellas Artes han ido a parar a manos de mujeres; aunque el panorama es más oscuro si mencionamos el más alto galardón en arte, el Premio Velázquez que todavía no ha sido otorgado a ninguna artista española.
Con todo, merece desgranar las respectivas posturas de ambas críticas y matizar si, de hecho, se ha llevado a cabo una buena aplicación de la mencionada ORDEN CUL/3009/2011, que no solo asegura la paridad entre hombres y mujeres en la composición de los jurados para los Premios Nacionales, sino que –a la luz de la posible insensibilidad o misoginia de los integrantes de los jurados, mujeres u hombres, condicionados por la educación impuesta por el patriarcado-, como hemos visto, designa a una persona especialista en género “de forma que quede garantizada al máximo la idoneidad, competencia e independencia de los jurados”.
Rosa Olivares en su artículo “El jurado”, asegura en función de su larga experiencia “en cientos de jurados” que no existe jurado justo con o sin reglamentación: “Ahora, con esa moda de las cuotas, debe haber un representante de cada uno de los sectores más o menos implicados…”. Hasta que se le agota la paciencia frente al integrante especialista en igualdad en el jurado: “Pero, para elegir un premio nacional, por ejemplo de teatro, de fotografía o de artes plásticas ¿es necesario un representante del Instituto de Estudios de Género?”. A la vista de la trayectoria de la persona designada, Isabel Tajahuerce, no sólo especialista en género y medios de masas, sino también docente en el Posgrado Experto en Comunicación y Arte en la Universidad Complutense de Madrid, autora de una tesis sobre crítica de arte y anterior integrante de jurados de otros premios de fotografía, parece que el perfil resulta suficientemente adecuado para un Premio Nacional de Fotografía donde, como señala Vozmediano, “unas veces se premia a un fotoperiodista y otras a un artista que utiliza la fotografía como medio”. Y como en la concesión de todo premio, nunca llueve a gusto de todos.
Respecto al artículo de Elena Vozmediano, habitualmente muy medida en sus fundadas y contrastadas argumentaciones, sorprende su irritación: “Lo de la perspectiva de género me lo saltaré para no saltar…”, reconociendo que el asunto le altera tanto que no puede echar mano de argumentos que, a la fuerza, entrarían en colisión. Puesto que Vozmediano, además de conocer el imperativo del Artículo 26 de la Ley orgánica de Igualdad 3/2007, también es conocedora de los criterios igualitarios incluidos en el documento Medidas en apoyo al arte español, el primero firmado unitariamente por las principales asociaciones del sector: ADACE, CCAV, CGAC, IAC, MAV y UAAV. Así como de semejantes criterios dependientes de la aplicación efectiva de la Ley de Igualdad incluidos en la Estrategia para las artes visuales de 2011, respaldada por las asociaciones de todo el sector, a excepción –y bien a su pesar, entonces como presidenta- del Instituto de Arte Contemporáneo.
Un poco más adelante, no satisfecha con su comentario anterior, al abundar en el detalle del perfil de cada uno de los designados y tras mencionar a la especialista en género, Vozmediano añade: “que, por cierto, de poco ha valido”, ya que fue un fotógrafo y en absoluto afín a la exigencia de excelencia artística el premiado en esta convocatoria 2012. Pero el comentario transluce la censura encubierta también para el hipotético caso de que hubiera sido una fotógrafa la premiada, cuyo galardón habría quedado de entrada desacreditado precisamente por haber una persona especializada en género en el jurado.
Rocío de la Villa
si quieres contrastar los arrtículos mencionados:
Rosa Olivares, “El jurado”: http://www.exit-express.com/home.php?seccion=opinion
Elena Vozmediano, El plante de los profesionales y los jurados impuestos: