Existe un convencimiento difuso de que el tiempo está a favor de las mujeres, hasta el punto de que muchxs opinan que sin hacer ningún esfuerzo llegaremos al horizonte de igualdad, a su debido tiempo. Es decir, caerá por su peso. En estos días, sin embargo, la sociedad española (y por solidaridad, la europea) se está movilizando para impedir que el más elemental derecho a decidir de las mujeres sobre su propio cuerpo y su propia vida no sufra un retroceso de cuarenta años. Algunxs comienzan a darse cuenta de que el progreso no es una ley inexorable, sino fruto de posicionamientos que al principio son minoritarios, luego denunciados como radicales, después desacreditados y caricaturizados, … pese a que termine respaldado por una mayoría que ha de encontrar la vía pragmática para que se haga realidad.
Lo mismo ocurre en el terreno de la cultura y del arte. Me gustaría poner dos ejemplos que, a pesar de ser muy parciales, creo que sirven para mostrar que, sin un esfuerzo específico y pese al salto en el arco temporal, las mujeres no recibimos una de cal y otra de arena, sino arena y más arena, a ver si terminamos sepultadas; es decir, que la situación de discriminación sexista también (o precisamente) en este terreno está abocada a perpetuarse mientras no exista una mínima concienciación entre los responsables de instituciones privadas y públicas ni entre lxs profesionales y sus públicos de la necesidad de actuar contra la inercia del pasado y la necesidad de actualizar sus políticas de exhibicón y difusión.
Tarsila do Amaral, Antropofagia, 1929
Este mes de febrero 2014, la Fundación Juan March en su página web ha puesto a disposición gratuita la lectura y descarga de los 182 catálogos de las exposiciones organizadas desde 1973 en sus sedes de Madrid, Cuenca (Museo de Arte Abstracto Español) y Palma (Museu Fundación Juan March). De los cuales apenas media docena están dedicados a artistas vanguardistas mujeres. Apenas, porque el primer catálogo publicado en 1982 está dedicado a la pareja de Robert y Sonia Delaunay. Es interesante seguir la secuencia temporal: Julia Margaret Cameron (1984), Vieira da Silva (1991), Georgia O’keeffe (2001), Popova (2004) y Tarsilia do Amaral (2009) para constatar que en 40 años apenas hay ninguna evolución, sino más bien una aleatoriedad asentada sobre el viejo consenso del lugar menor de las artistas en el relato de la historia del arte moderno, ya ampliamente superado en la historiografía, teoría y crítica artísticas, así como en las principales instituciones académicas y museos en el ámbito internacional.
Otra buena noticia es la publicación hoy 11 de febrero, esta vez en la web de Promoción del Arte, del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, de una nueva remesa en la plataforma Oral Memories, con otras 30 entrevistas a artistas españoles emergentes y a media carrera. Si hace unos meses ya denuncié en una entrada de este blog que ellas solo eran un tercio de los 27 primerxs, constato ahora que la proporción no ha variado un ápice en esta nueva entrega. Ellas son: Greta Alfaro, Elena Bajo, Patricia Dauder, Alicia Framis, Almudena Lobera, Regina de Miguel, Marina Núñez, Mabel Palacín e Ixone Sádaba, que se suman a las declaraciones anteriores de Pilar Albarracín, Cabello/Carceller, Dora García, Chus García Fraile, Cristina Lucas, Rosell Meseguer, Concha Pérez, Montserrat Soto y Eulália Valldosera. ¿Es este plantel representativo del panorama actual de nuestras creadoras?
La falta de correspondencia con la realidad artística efectivamente nos retroatrae, al menos, a la situación de las artistas hace 40 años en nuestro país.